El saber estar es, por lo general,
un modus vivendi. Los que hemos sido educados en la importancia que tiene no
somos intelectuales ni sabemos de protocolo mas hemos desarrollado un sentido
para intuir, por ejemplo, hasta cuándo estar en un sitio, cuánto y qué hablar,
cuándo y cuánto callar… o se intenta.
Si ya hay que reconocer que no abundan
las personas con esta delicadeza, las nuevas tecnologías, las redes sociales y,
sobre todo, la mensajería instantánea se están llevando por delante cualquier residuo
de las buenas conductas que aun quedara.
Ahora nuestros teléfonos son ese juguete nuevo de los críos descarados en los que nos estamos convirtiendo, faltos de ese sentido que tenemos que volver a desarrollar acorde a las nuevas formas de comunicación.
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